por Oscar López Reyes / Fuente: Listin.com.do
Santo Domingo
Maestra de escuelas de Barahona (1956), orientadora de secundaria, promotora de programas especiales de la Iglesia católica e instructora de sordomudos, niños y niñas de la calle y de personas privadas de libertad, Francisca Ramírez viuda Gómez derrocha la sonrisa más espléndida y estira la mirada más tierna sobre la toga y el birrete de uno de sus 40 nietos, Noa Peña Gómez, en el acto de graduación de este como licenciado en Derecho, casi 60 años después de haberse iniciado como profesora de primaria.
Como una alpinista que adreda para borrar las tinieblas de la ignorancia, la profesora Pirula subía a pie, por cerca de dos horas, para llegar al predio rural de escuelas primarias de La Guázara, Charco Colorao y La Boca de los Arroyos. Alternaba la impartición de clases con los estudios para titularse dos veces de bachiller y de licenciada en Ciencias de la Educación, mención Pedagogía, y posgrado de Educación Especial en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU), en 1972, en la capital, en el epílogo de una peregrinación sabatina que emprendió a mediados de 1967.
Nacida el 6 de diciembre de 1935 en Barahona, cuando cursaba el tercero de la primaria ñapenas cifraba los 10 años de edad- sintió apuros cuando Pablito, de unos 50 años de edad, llevaba el pan a su casa y no podía anotar la cantidad que vendía, porque no sabía escribir. Luchó hasta alfabetizarlo, reverberando en la niñez su vocación de preceptora.
Estudiando en la Escuela de Niñas María Trinidad Sánchez, su directora Elena Emperatriz Pérez y la profesora Elcira Féliz la dejaban de sustituta cuando por algún imprevisto tenían que ausentarse de la casa de enseñanza, al tiempo que en otras ocasiones conducía los grupos en los preparativos para la conmemoración de fechas especiales, como el Día de Duarte, el Día de las Madres, etc.
El 3 de marzo de 1956, con el octavo aprobado, recibió del inspector del Ministerio de Educación, Luis Humberto Monsanto, el nombramiento como profesora de la Escuela de Emergencia La Salina, en el Batey Central de Barahona. Por su labor, recibía un salario mensual de 17 pesos con 84 centavos, que en esa época era un “sueldote”. ¡Enhorabuena!
A los tres años pasó a la Escuela Hogar de Niños, y años más tarde fue ascendida como directora y maestra de la Escuela de La Guázara, con un salario de 50 pesos mensuales. Una friolera! Por tres años residió en esa comunidad, cuyos destellos sólo no la iluminaban los sábados y domingos.
Luego bajaba y subía a pie a La Guázara, diariamente (unos 8 kilómetros), y a veces en “bola”, junto a hijos suyos, que se sorprendían cuando veían el ordeño de vacas, porque creían que para obtener el vital líquido había que sacrificarlas. Antes de las 8:00 de la mañana pisaba su suelo y a las 5:00 de la tarde salía, para poder estudiar en la tanda nocturna de la Academia Franciscana, donde cursaba el primero del bachillerato (primer teórico), de cuya tanda fue la primera alumna en matricularse. Esta tanda educativa fue absorbida por el liceo Federico Henríquez y Carvajal (entonces localizado frente al Arco del Triunfo), dirigido por el profesor Alejandro Lebreault.
Denodados eran los esfuerzos para alcanzar la meta y esculpir el futuro. Radiante de valor y buen ánimo, en 1961 se graduó de bachiller en filosofía y letras, siendo el doctor Joaquín Balaguer Ministro de Educación. En procura de completar su formación, en 1965 se recibió de bachiller en ciencias físicas y matemáticas.
Asida de dos títulos, sus próximas designaciones fueron como directora y profesora de las escuelas del paraje Charco Colorao (por un año), en las proximidades de La Guázara, y la sección Bahoruco, en la zona de la costa barahonera, donde permaneció durante tres años. Posteriormente se convirtió en viajera diaria de esos 9 kilómetros, en vehículos públicos, en “bola” e inclusive a pie. Esta vez recibía como retribución 75 pesos mensuales. En 1963 se disiparon los recorridos montañeros y las pernoctaciones costeras. Más reposada, todas las mañanas se dirigía a la escuela primaria “Leonor Feltz”, en la ciudad de Barahona, alojada en la primera planta del edificio que la población identificaba como “edificio de la Policía”, contiguo a la Gobernación Provincial, y en sólo cinco minutos ya estaba en el aula del centro educativo. Impartió docencia en el nivel primario, del primero y al sexto curso, hasta 1976.
En el mismo 1976 se estrenó como fundadora-directora-profesora de la Escuela Nacional de Sordos, extensión número 3, de Barahona, a la que prestó otro pedazo de su existencia.
Como una alpinista que adreda para borrar las tinieblas de la ignorancia, la profesora Pirula subía a pie, por cerca de dos horas, para llegar al predio rural de escuelas primarias de La Guázara, Charco Colorao y La Boca de los Arroyos. Alternaba la impartición de clases con los estudios para titularse dos veces de bachiller y de licenciada en Ciencias de la Educación, mención Pedagogía, y posgrado de Educación Especial en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU), en 1972, en la capital, en el epílogo de una peregrinación sabatina que emprendió a mediados de 1967.
Nacida el 6 de diciembre de 1935 en Barahona, cuando cursaba el tercero de la primaria ñapenas cifraba los 10 años de edad- sintió apuros cuando Pablito, de unos 50 años de edad, llevaba el pan a su casa y no podía anotar la cantidad que vendía, porque no sabía escribir. Luchó hasta alfabetizarlo, reverberando en la niñez su vocación de preceptora.
Estudiando en la Escuela de Niñas María Trinidad Sánchez, su directora Elena Emperatriz Pérez y la profesora Elcira Féliz la dejaban de sustituta cuando por algún imprevisto tenían que ausentarse de la casa de enseñanza, al tiempo que en otras ocasiones conducía los grupos en los preparativos para la conmemoración de fechas especiales, como el Día de Duarte, el Día de las Madres, etc.
El 3 de marzo de 1956, con el octavo aprobado, recibió del inspector del Ministerio de Educación, Luis Humberto Monsanto, el nombramiento como profesora de la Escuela de Emergencia La Salina, en el Batey Central de Barahona. Por su labor, recibía un salario mensual de 17 pesos con 84 centavos, que en esa época era un “sueldote”. ¡Enhorabuena!
A los tres años pasó a la Escuela Hogar de Niños, y años más tarde fue ascendida como directora y maestra de la Escuela de La Guázara, con un salario de 50 pesos mensuales. Una friolera! Por tres años residió en esa comunidad, cuyos destellos sólo no la iluminaban los sábados y domingos.
Luego bajaba y subía a pie a La Guázara, diariamente (unos 8 kilómetros), y a veces en “bola”, junto a hijos suyos, que se sorprendían cuando veían el ordeño de vacas, porque creían que para obtener el vital líquido había que sacrificarlas. Antes de las 8:00 de la mañana pisaba su suelo y a las 5:00 de la tarde salía, para poder estudiar en la tanda nocturna de la Academia Franciscana, donde cursaba el primero del bachillerato (primer teórico), de cuya tanda fue la primera alumna en matricularse. Esta tanda educativa fue absorbida por el liceo Federico Henríquez y Carvajal (entonces localizado frente al Arco del Triunfo), dirigido por el profesor Alejandro Lebreault.
Denodados eran los esfuerzos para alcanzar la meta y esculpir el futuro. Radiante de valor y buen ánimo, en 1961 se graduó de bachiller en filosofía y letras, siendo el doctor Joaquín Balaguer Ministro de Educación. En procura de completar su formación, en 1965 se recibió de bachiller en ciencias físicas y matemáticas.
Asida de dos títulos, sus próximas designaciones fueron como directora y profesora de las escuelas del paraje Charco Colorao (por un año), en las proximidades de La Guázara, y la sección Bahoruco, en la zona de la costa barahonera, donde permaneció durante tres años. Posteriormente se convirtió en viajera diaria de esos 9 kilómetros, en vehículos públicos, en “bola” e inclusive a pie. Esta vez recibía como retribución 75 pesos mensuales. En 1963 se disiparon los recorridos montañeros y las pernoctaciones costeras. Más reposada, todas las mañanas se dirigía a la escuela primaria “Leonor Feltz”, en la ciudad de Barahona, alojada en la primera planta del edificio que la población identificaba como “edificio de la Policía”, contiguo a la Gobernación Provincial, y en sólo cinco minutos ya estaba en el aula del centro educativo. Impartió docencia en el nivel primario, del primero y al sexto curso, hasta 1976.
En el mismo 1976 se estrenó como fundadora-directora-profesora de la Escuela Nacional de Sordos, extensión número 3, de Barahona, a la que prestó otro pedazo de su existencia.
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