
Los nuevos tiempos y experiencia de la población están haciendo desaparecer aquel liderazgo rodeado de abolengo, predestinación, misticismo y páginas saturadas de periódicos con la posesión de virtudes especiales que exponían y vendían candidaturas como grandes panaceas. A la sociedad se le trataba de arrastrar y conducír con fotos maquilladas presentados como actores de cine. En sus clasificaciones y definiciones de líderes escribían con la intención de favorecer sus propósitos y al mismo tiempo con la finalidad de excluír a los demás porque no respondían a la tipología de los patrocinadores. Los grandes recursos financieros así imponían la preferencia y establecían restricciones a los demás.
Aún con ciertas distorsiones los procesos electorales son democráticos por la libertad que tienen los votantes de tomar sus propias decisiones seleccionando su simpatía política o de otra índole, observándose que cada cuatro años estos eventos lucen menos contaminados, aunque se entiende que en una sociedad abierta y participativa todavía influye en los electores el poder del dinero. Pero en la medida que la población toma conciencia y es educada vota por la mejor opción que se identifica con su realidad y necesidades.
En una administración por resultados se mide la capacidad gerencial y el manejo eficiente de los recursos, productividad, grado de eficacia en la rentabilidad y optimización del rendimiento final. En la actualidad la población con inteligencia y paciencia va rechazando las propuestas malas de aspiraciones presidenciales, porque no reúnen las condiciones ya que en ocasiones pasadas sus efectos y resultados fueron negativos o bajos sin importar el maquillaje del personaje. La sociedad ya con criterios definidos busca quien pueda brindarle el bienestar deseado.
El pueblo se enamora, es conquistado, aferra y sigue hasta el final a un presidente real, humano, responsable y sensible cuyas actuaciones y gestiones logran resultados positivos, mejores condiciones para todos los sectores sociales, presentando desempeño transparente y equitativo de los recursos económicos y que destina a soluciones prácticas, enfrentando y resolviendo problemas prioritarios y urgentes. Entendiendo que si la sociedad va percibiendo que las acciones presidenciales les favorecen y recibe beneficios directos ese es el mejor candidato que seguirá en el poder cuando veces sea decidido por el voto mayoritario del pueblo.
En una administración por resultados se mide la capacidad gerencial y el manejo eficiente de los recursos, productividad, grado de eficacia en la rentabilidad y optimización del rendimiento final. En la actualidad la población con inteligencia y paciencia va rechazando las propuestas malas de aspiraciones presidenciales, porque no reúnen las condiciones ya que en ocasiones pasadas sus efectos y resultados fueron negativos o bajos sin importar el maquillaje del personaje. La sociedad ya con criterios definidos busca quien pueda brindarle el bienestar deseado.
El pueblo se enamora, es conquistado, aferra y sigue hasta el final a un presidente real, humano, responsable y sensible cuyas actuaciones y gestiones logran resultados positivos, mejores condiciones para todos los sectores sociales, presentando desempeño transparente y equitativo de los recursos económicos y que destina a soluciones prácticas, enfrentando y resolviendo problemas prioritarios y urgentes. Entendiendo que si la sociedad va percibiendo que las acciones presidenciales les favorecen y recibe beneficios directos ese es el mejor candidato que seguirá en el poder cuando veces sea decidido por el voto mayoritario del pueblo.
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