
Hoy concluimos el capítulo del Estado Político y/o Supra Estado esperando que algún día se abran las puertas del Estado Democrático o Estado Nación. Los componentes de Estado Democrático son: (1) Una Junta Central Electoral (JCE) apolítica; (2) Los partidos reconocidos por ella; (3) El «PIB 2.0 (Pacto por la Productividad)», y (4) El Estado como entidad y sector de la economía como otro cualquiera. Concluyo de esta manera porque el que cree que en el mundo todo está escrito está más perdido que el hijo de Limbert, aún el más sabio de los hombres. Nadie pensó que el hombre llegaría a la luna y llegó. Todo es pues comenzar de nuevo donde el lector tiene la oportunidad de expresar sus ideas sobre el Estado Democrático o Estado Nación.
La nueva composición del Producto Interno Bruto (PIB) la expliqué en el artículo «PIB 2.0 (Pacto por la Productividad)». Luego de tener una JCE apolítica que garantice la transparencia electoral, el PIB 2.0 es el segundo paso para convertir el Estado Democrático en un sector de la economía como otro cualquiera, visto también como «entidad político-administrativa» que fortalezca el sistema democrático. Prefiero este término para denotar un orden pues la palabra democracia es de uso familiar del Estado Político para justificar los desequilibrios que este tipo de Estado causa al sistema, lo que luego se convierte en tema de campaña electoral.
No es verdad absoluta un indicador económico como el PIB convencional para justificar o perpetuar el Estado Político cuando los partidos en el poder (y plumas autorizadas, por supuesto) ensalzan sus ejecutorias «a niveles históricos nunca antes vistos». Es por eso que en el artículo «Historia, azar o cisne negro» hablo del «Común Denominador» como herramienta de investigación para la interpretación sectorial de la historia; y en el artículo «Apuntes de Historia Económica Dominicana» me refiero a la aplicación del común denominador según las circunstancias para que la historia no se convierta en «conversatorio de loros».
Para tener una visión pragmática de la historia, en términos comparativos, se puede introducir un común denominador (i.e, PIB o cualquier otro) de acuerdo a lo que se quiere investigar, o para comparar las ejecutorias de distintos períodos de gobierno, por ejemplo. Se trata de la investigación sectorial de la historia o de una historia económica que nunca se ha escrito, donde hoy día el «quehacer político» es el común denominador que desnaturaliza la autenticidad de la historia y convierte la economía en capricho del destino.
El economista Daris Javier Cuevas, en su artículo «El crecimiento del PIB 1990-2014″, publicado en el periódico Listín Diario de fecha 21/5/2014, se pregunta si el PIB es un buen indicador del bienestar económico. Al respecto dice: “Esto siempre genera posiciones encontradas, en particular, cuando se tienen visiones políticas adversas a las autoridades económicas, los grupos de presión social, los que ignoran la composición del PIB y muchos economistas que no comparten las cifras de desempeño económico».
Las posiciones encontradas se deben a que el Estado Político y/o Supra Estado no se considera sector de la economía como otro cualquiera, lo que origina no tan solo dispersión de posiciones encontradas sino también la aparición de opiniones parcializadas. Es dentro de esta amalgama que discurre el PIB convencional…la de nunca acabar. Por lo tanto, la composición del PIB 2.0 como explicamos, y el Estado como sector de la economía, impiden las desviaciones del IB para que este indicador no tan solo mida el bienestar material de la sociedad, como así es, sino también el bienestar que se traduce en disminución de la pobreza extrema consecuencia del aumento del empleo. La mejor educación estatal no es tan solo la escolar si no va acompañada de aquella que enseña la gente a trabajar conjuntamente con el desarrollo de la productividad.
La evolución de la economía dominicana desde el Descubrimiento de América hasta 2014 ha hecho posible que este año el Presupuesto General del Estado (PGE) sea de RD$613,139 MM. Para que los juicios no sigan alterados con el paso de los años el Estado tiene que calcular su propio PIB para que se convierta en un sector de la economía como otro cualquiera. Para calcularlo, solo basta tener en cuenta el capítulo «Construcciones» (y/o obras de infraestructura) del PGE, y las empresas públicas de bienes y servicios, entre otras variables secundarias.
Ese PIB Estatal unido a otra variable básica, las empresas del sector privado de bienes y servicios, determina el PIB Nacional. Por lo tanto las principales variables de cálculo son las empresas de bienes y servicios de los sectores público y privado y el capítulo «Construcciones» (obras de infraestructura) del PGE. Si a ellas añadimos el factor determinante «Pacto por la Productividad» (colaboración Estado-sector privado) tenemos el PIB 2.0 para medir no solo el bienestar material de la sociedad sino también el bienestar social como consecuencia del aumento del nivel de empleo y disminución de la pobreza extrema, entre otras iniciativas.
Por lo tanto, el mundo no se detuvo entre 1990 y 2014, ni nunca se va a detener lo que permite hablar «por tiempos inmemoriables» del bienestar material y social que genera el PIB 2.0, que es una cosa, y no del «bienestar mediático» que suponen los gastos del Estado Político y/o Supra Estado (incluyendo corrupción) partiendo del PGE, que es otra cosa. Estos son gastos inherentes al PGE que nada tienen que ver con el PIB porque el Estado Político nunca ha calculado su propio PIB, y por lo tanto no tiene vela en este entierro para usar el PIB como emblema o antojo.
Como la palabra democracia no es instrumento de cálculo, el PIB convencional sí lo es para justificar el orden dentro del desorden. Por lo tanto el “PIB 2.0 (Pacto por la Productividad)” como parte del Estado Democrático permite un mejor enfoque de la economía, de manera especial cuando se habla de «crecimiento y desarrollo», términos que por años han sido objeto de debate de la teoría económica y todavía «no se le encuentra el hilo al bollo».
El PIB 2.0 no es tan solo un capricho mío. El Social Imperative Progress (SIP), una organización no gubernamental norteamericana dirigida por Michael Porter, profesor de la Universidad de Harvard, no da por sentado el PIB convencional como ideal indicador del bienestar económico. Lo veo así porque considero falta el ingrediente del Estado como sector de la economía como otro cualquiera, que es lo que diferencia al PIB 2.0 del PIB convencional.
Por esta razón los índices de bienestar que aplica el SIP pueden ser factibles pero no sustentables, aún en un Estado Democrático como Estados Unidos de Norteamérica. Considero que aplicando el PIB 2.0 hay mayor celeridad y sostenibilidad en el «crecimiento y desarrollo económico» de las naciones que aspiran salir de la pobreza, incluso aquellas naciones desarrolladas que sufren grandes desequilibrios económicos, pues “el que más tiene más quiere» si tomamos en cuenta que el mundo es un pragmatismo y no un idealismo a la hora de enfrentar las dificultades.
Aún así los índices del SIP son intentos de medir distintos tipos de bienestar de manera ambigua, partiendo del PIB convencional, aunque éste solo mida la riqueza material de la sociedad. De acuerdo a Antonio Ciriaco Cruz, Ph.D., países como Bután y Tailandia han tratado de crear un indicador alternativo al PIB que mida la «Felicidad Nacional Bruta» (Ref. «El PIB y el bienestar». El Nacional. 11/4/2014). Por lo tanto, el PIB 2.0 que planteo es una alternativa para medir el bienestar material y social, acompañado de la formalidad del empleo para un mejor funcionamiento de la economía, la eficiencia empresarial y el nivel de atención social de los sectores menos favorecidos, una atribución que quiere ser “galardón exclusivo” del Estado Político para justificar su eterna existencia sin tener vela en el entierro.
Es por eso que la Organización Internacional el OIT hace un llamado a reflexionar sobre el modelo económico y a enfrentar el problema de la informalidad del empleo con algunas acciones regionales, las que a mi modo de ver deben ser acciones muy particulares según las circunstancias. De igual manera cada país tiene que aplicar su PIB 2.0 con las variables que considere de lugar, sin perder de vista el Estado como sector económico. Si no hay producción y empleo puede haber riqueza según el PIB convencional, pero siempre habrá pobreza debido a una mala distribución del ingreso.
Dentro del Estado Político y/o Supra Estado, no es mi intención restarles méritos a los que sueñan con un amor o mundo ideal, ni debatir temas como «integridad moral es imperativa para sobrevivir», sino más bien destacar temas de interés nacional que por su gravedad o singularidad merecen especial atención, lo que debería revisarse para luego pretender vivir en un país o mundo ideal donde solo lo cojan de pendejo si usted quiere o mientras cambian las cosas.
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