POR: CARLOS J. VIDAL LASSIS
La muerte es considerada natural cuando es originada por enfermedad, o por accidente. En todo caso es involuntaria. Cuando la causa es la acción de otros, es un crimen. La acción criminal de quitarles la vida a otros, cuando las más bajas, rechazables y terribles de las pasiones humanas ha inspirado el desgraciado hecho, es un asesinato que entraña mucha maldad, insensibilidad humana, un divorcio total de las reglas, normas y valores sociales y humanos. Tal es el lamentable caso de la Profesora Lenny Feliz.
Los sentimientos y las reacciones de la comunidad han sido sacudidos a un grado tan extremo que sorprende que no ocurriesen protestas violentas, aunque de hecho eso es un signo de madurez social. Encima de eso, el confuso y quizás torpe manejo judicial, que al principio se manifestó en el caso, según se leÃan las notas de los medios.
Dichas sensibilidades, manejos y reflexiones conllevan una revisión que es bueno realizar para ayudarnos a entender mejor nuestra conducta humana y especialmente nuestra capacidad de convivir en una sociedad organizada dentro de normas y leyes que contribuyan a nuestro bienestar, seguridad y estabilidad.
Desde las primeras formas de agrupaciones humanas han existido códigos de leyes, aunque no fueran escritos. Oppenheim, un austriaco estudioso del mundo antiguo en 1964 afirma que el primer código fue producido posiblemente por el rey sumerio Ur-nammu, que reino durante el siglo 21 AC, actuando como el primer legislador al crear un sistema de 32 artÃculos o leyes. Desde entonces se ha acordado condenar el crimen en todas partes y también se ha acordado controlarlo, aunque en esto se ha fallado.
No hay todavÃa una clara explicación de porqué individuos desobedecen de manera repetida y consistente las leyes de la sociedad. Algunos le dan un enfoque biogenético, social, psicológico, fisiológico, etc. De un curso de “TeorÃa de la Criminalidad†en la Universidad de Harvard ha surgido una concepción multidisciplinaria que sostiene que existen patrones claros de conducta criminal reconocibles en los individuos. Según su teorÃa “la frecuencia del rompimiento de las leyes es controlada por sus consecuenciasâ€.
Esto es lo que en PsicologÃa conocemos como recompensa o castigo. Los efectos negativos de un crimen (ser agarrado y castigado), no siempre vienen de inmediato o se dilatan como en algunos casos. Contrario a las recompensas que son casi siempre inmediatas. Esto hace que los individuos se sientan atraÃdos a olvidarse de las posibilidades de que sean agarrados existen.
La “Ecuación de Equidadâ€, que es lo que uno piensa que se merece comparado con lo que otros tienen o consiguen y la madurez, pesan sobre las acciones y decisiones de las personas. Los niños son naturalmente egoÃstas pero según maduran, normalmente se dan cuenta que los demás igualmente merecen un “pedazo del pastelâ€. Contrario a esto, los criminales nunca logran este sentido elemental de justeza, pensando de sà mismos como más merecedores que otros y como muy especiales. Considerando a los demás como “pendejosâ€, “quedaosâ€, “pedazo de M…â€, en fin, denigrando sus vÃctimas.
El agravante del caso es la condición de educadores de los que, según las autoridades, cometieron este horrendo y cobarde crimen. Lleva a cuestionar con profundidad múltiples aspectos del caso, como las condiciones salariales, logÃsticas, fÃsicas y administrativas imperantes en nuestro sistema educativo, el clientelismo partidario aberrante que nunca debió existir en un área del quehacer humano en que la profesionalidad y la vocación son imprescindibles, la distribución equitativa de los recursos estatales a través de todo el territorio nacional entre otras importantes particularidades del sistema.
Bajo ningún concepto señalar estas verdades significa obviar la responsabilidad de los criminales, sin embargo es un deber entender todas las circunstancias y factores que pueden estar actuando en este caso, no para justificar de ninguna manera lo hecho, sino para alertar y crear consciencia de la ineludible necesidad de responder y corregir lo que anda mal desde hace mucho tiempo en nuestro sistema educativo nacional.
La ocurrencia de este homicidio y las caracterÃsticas de los acusados reflejan otros males que afectan nuestra nación, por cierto no es única en esto, de los cuales hay una responsabilidad compartida que requiere mucho compromiso y sacrificio combatirlos y erradicarlos. Debemos educarnos sobre los mismos para poder triunfar contra e
llos. En una próxima entregada abundaremos en el tema.
llos. En una próxima entregada abundaremos en el tema.
Hay que hacer constar que el vil asesinato de la Profesora Lenny nos disminuye a todos, nos daña a todos, nos muestra claramente el mal que nos arropa. Quien esto escribe, siente muy de cerca esta desgracia por ser un miembro de la clase magisterial y porque conoce muy de cerca el drama del magisterio dominicano.
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