Por Dr. Wilson Gómez RamÃrez
El 24 de abril del 1965 se produjo una revuelta militar en el Campamento 16 de agosto en la capital que tenÃa como propósito destronar del poder al llamado Triunvirato que encabezaba Donald Reid Cabral, y asà abrirle el paso a la posibilidad de retorno al Palacio al Presidente Juan Bosch, depuesto en septiembre del 1963.
Entonces contábamos con 11 años de edad, no obstante éramos testigos de excepción de las tertulias vespertinas que discurrÃan en la popular Farmacia Cury, cuyo anfitrión, el doctor Constantino Cury Fernández (Tinito) recibÃa a un grupo de amigos: los doctores Alcides Veloz, Armando CoradÃn, don Sócrates Lagares Arias Sopito), AmÃlcar Lembert (MiquÃn), don ArÃstides Nolasco, el doctor Augusto Michel (Yuyo), don Octavio Oviedo (Tavito) y don Mauricio González, entre otros.
Las conversaciones giraban en torno a la situación polÃtico-social que se vivÃa, en el grupo se daba la más variada gama de posiciones: derechistas, conservadores y revolucionarios, empero todos despreciaban al Triunvirato y respetaban sus diferencias
En aquellos dÃas la capital se movilizaba y Radio Santo Domingo era un solo parlante se oÃa a Freddy Beras Goico pedirle a la gente que colocaran espejos en los techos para frustrar los bombardeos, en tanto que el doctor Peña Gómez y Héctor Lachapelle llamaban al pueblo a integrarse al movimiento.
Alrededor de aquella farmacia desfilaba la gente de mayor incidencia en la Barahona de esos dÃas, Rodolfo Lama pasaba desde su residencia de la calle Colón hacia el comercio familiar de la calle Padre Billini, y depositaba su generoso saludo; el doctor Antonio Méndez se comunicaba a diario con el doctor Cury, este último identificaba a Méndez como la recta de Azua, por su estatura; don Julio E. Lembert Peguero (Palilo), Rogelio Vásquez Acosta, el funcionario de Banco AgrÃcola Pascual Jiménez, la maestra Nieves Piñeyro de Gautreaux, pasaban esporádicamente por allÃ; los doctores Polibio Dotel, Faroche Melgen, Eladio Romero (Tato), don Abraham Risk, Geni Morales, Pillo Montes de Oca y René Hernández, contactaban frecuentemente el teléfono 266 de entonces.
Los deportistas no podÃan faltar, el doctor Cury era un propulsor del deporte y durante mucho tiempo se constituyó en el delegado ante la entonces Dirección General de Deportes (DGD), por tanto desfilaban por allà figuras como Francisco Féliz (Panchito Boché), Sergio Medrano (Paleta), Luis Antonio Sánchez, Rafael Pineda (el Puya), MilcÃades Vólquez (Micho), Oscar Matos, Manuel Meades, Joven Mitchel, Américo Patnella, Bienvenido Peláez, Vinicio Vásquez, Ricardo James (CardÃn), Leonidas Féliz, Julio Edward y Ruddy Wöell, entre otros.
Como se ve allà gravitaba el acontecer polÃtico, social y deportivo barahonero, y los hechos que se suscitaban en la capital ya tenÃan efectos locales, pues ya en horas de la mañana del 26 de abril habÃa sido apresado en su residencia el ingeniero Horacio Pérez González, quien fuera torturado y forzosamente desaparecido por orden y acción del indeseable y represivo mayor Eladio Marmolejos Abreu, comandante local de la Fuerza Aérea Dominicana (FAD).
Ese mismo dÃa 26 se concentraron el parque central decenas de compueblanos que impulsaban un levantamiento armado en la ciudad, pero no se consiguió el apoyo de ningún miembro importante de los cuerpos armados, y contrario a esto arreció la represión y se produjeron arrestos, asedios y persecuciones.
En medio de un toque de queda, noche por noche camiones tipo volteo pertenecientes a Obras Públicas patrullaban las oscuras calles y hacÃan paradas en casas de perseguidos, estos vehÃculos llevaban en la cama entre cuatro y cinco uniformados portando armas largas.
Con la grosera intervención norteamericana definitivamente los barahoneros viajaron a la capital y luego se organizaron en torno al Comando Barahona, el que hoy es recordado por los participantes en aquella gesta como un grupo de hombres de valentÃa y coraje.
La Farmacia Cury se convirtió en un centro de noticias, allà se recibÃa la publicación “Patriaâ€, el chofer Rolando Matos y el profesor VÃctor Tavárez, eran depositarios de informaciones que llegaban a ciertos núcleos barahoneros a lo que no escapaba aquel establecimiento. Matos fue objeto de severas torturas que apagaron su vida.
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